En el Perú, la implementación de un reglamento interno de trabajo fue una obligación para las empresas con más de 100 trabajadores, y una buena práctica para aquellas con menor personal. Este documento normativo reguló las relaciones laborales dentro de la organización, estableciendo derechos, deberes, sanciones y procedimientos.
El proceso comenzó con la elaboración del reglamento, en el cual se detallaron aspectos como horarios, asistencia, seguridad, conducta laboral, régimen disciplinario, licencias, y condiciones generales de trabajo. Para ello, las áreas legales y de recursos humanos colaboraron estrechamente, asegurándose de que el contenido respetara la normativa vigente, especialmente lo establecido por la Ley de Productividad y Competitividad Laboral.
Posteriormente, el borrador se puso en conocimiento de los trabajadores mediante sus representantes o sindicatos, quienes pudieron emitir observaciones en un plazo razonable. Luego de incorporar los comentarios pertinentes, el documento final fue registrado ante el Ministerio de Trabajo a través de la plataforma virtual o mediante mesa de partes.
Una vez aprobado, se difundió internamente a todos los trabajadores, entregándose copias físicas o digitales y recabando la firma de recepción. Su aplicación fue obligatoria, y cualquier sanción impuesta debía estar debidamente tipificada en el reglamento.
Esta herramienta jurídica fortaleció la gestión laboral, redujo conflictos y brindó mayor seguridad jurídica tanto al empleador como al trabajador. Además, permitió establecer criterios objetivos para evaluar el desempeño y aplicar medidas disciplinarias.
En resumen, implementar un reglamento interno de trabajo fue una acción clave para lograr un ambiente laboral ordenado, predecible y ajustado a la ley peruana.